martes, 28 de febrero de 2012

Phuc Quoc. (1ª parte) Nuestra llegada a la isla.

Cuando un isleño canario ve la isla de Phuc Quoc dibujada en un mapa, se queda un poco perplejo, pues ésta tiene prácticamente la misma forma de la isla de La Palma.
Tiene casi la misma superficie, unos 48 km cuadrados por los 50 de la canaria, y hasta casi la misma densidad de población local.

Phu Quoc island.

Hasta aquí, las similitudes. Primero, por los diferentes materiales que las originaron y de los que están formadas, mientras una esta constituida por el material sedimentario del río Mekong, la nuestra es, como ya sabemos todos, de origen volcánico.
Segundo, y mucho, por sus respectivas "alturas", mientras la isla de La Palma es la isla más alta del archipiélago canario, pasando de largo los dos kilómetros de altura, más alta que Tenerife si ésta no tuviera el pico del Teide, mientras que Phu Quoc, es una isla prácticamente llana, con su punto más alto, entorno a los 685 metros.
Pero la gran diferencia, sobre todas las demás cosas, es el estado de urbanización y modernidad de cada una de ellas.

Phuc Quoc, quedó anclada en el tiempo, y sus gentes, en su mayoría, viven tranquilamente, casi ajenas al turismo, dedicadas a cosas mucho más sencillas que aquí, donde esas costumbres se han perdido hace décadas.

Long Beach, con vistas de Camboya al fondo.

Afortunadamente, a pesar de que el calificativo de "isla virgen" le quede demasiado grande, en Phuc Quoc, aún se puede vivir en ella un importante regreso a los "orígenes", que dificilmente podremos sentir ya en otros sitios del mundo.

Al descender del avión, y salir por nuestro propio pie hasta las instalaciones del aeropuerto, igual que en nuestros pequeños aeropuertos isleños, vimos un paisaje montañoso, con nubes bajas "rodando" y descendiendo entre su vegetación, lo que nos hizo sentir una vez más, como si estuviésemos llegando a casa, nos encontramos con un "tenderete" de taxistas ofreciéndose.

Teníamos pensado salir caminado o buscar transporte público, pero después de hablar con uno de ellos y explicarle la zona a donde queríamos ir, la cercana Long Beach, en Duong Dong, donde se aglutinan los "resorts" para todos los bolsillos, nos dijo que con taxímetro serían no más de 75.000 VND  (unos 2,5€) y al ver que comenzaba a llover, aceptamos.

Así son las carreteras en Phu Quoc.

El taxista nos llevó al resort que le indicamos, el Moon, y preguntamos al recepcionista, (se ve que era el dueño), por las habitaciones y el precio, este, ataviado con bermudas y camisa hawaiana, se mostró sonriente y encantado de acogernos, además como no teníamos cambio para el taxi, nos lo pagó y quedamos en que ya arreglaríamos.

El tío, era un auténtico hippie, y descubriríamos en esos días, que solucionar, no solucionaba nada, pero a todo te ponía una sonrisa encantadora, con lo que era imposible enfadarte o llevarte mal con él.

Las cabañas del resort, están literalmente en la arena de la playa, se conoce que las leyes que regulen el urbanismo, aún no han llegado a la zona. Están construidas con cemento, pero las han recubierto con cañizos y maderas para darles un toque exótico y tropical, pero la realidad es que están muy sucias, descuidadas y no del todo bien mantenidas.


Un resort escondido entre las playas de Phu Quoc.
Después nos daríamos cuenta de que no había casi ningún turista en ninguno de los resorts de la zona y durante nuestra exploración por la isla y por nuestras conversaciones con la gente, descubriríamos que solo los fines de semana, es realmente cuando hay más movimiento de turistas, y que entre semana como estábamos, éramos muy pocos, los más raritos, los que deambulábamos por allí.

Nada más soltar las mochilas, comenzó a llover fuertemente, lo que nos dejó un poco descolocados, ya que el plan era salir rápidamente a investigar, o sea que nos tuvimos que conformar con sentarnos en el porche de la cabaña a ver llover y a esperar.

Cansados de esperar a que dejara de llover, como hacía mucho calor, nos pusimos cómodos y salimos bajo la fina lluvia a caminar por la arena de la playa. Descubrimos que todos los resorts de los alrededores, estaban en el mismo lamentable estado y de que teníamos toda la playa para nosotros solos.

Desde que dejó de llover, retornamos a toda velocidad, en busca de nuestro amable recepcionista, para ver como podríamos alquilar una moto para recorrer la isla.


No había nada que investigar, él mismo nos alquiló una de las suyas por 150.000 VND
( ¡no llegó ni a 6€! ), nos prestó un par de cascos, según él, obligatorios y sin más dilación salimos a investigar la isla.

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