jueves, 3 de mayo de 2012

La villa de Cát Cát (5ª parte)

Vistas del valle caminando por la carretera hacia Cát Cát.

Desde el lugar donde almorzamos, continuaríamos la ruta a pié por la carretera principal hasta regresar al centro de Sapa, donde hicimos noche esta vez en un hotelito.

Entrada a la villa de Cát Cát.

Por suerte para nosotros, no sería en el hotel donde habíamos dejado las mochilas el día anterior, sino en uno más nuevo y bonito, con unos empleados jóvenes y muy serviciales. Ya nos habíamos encargado en Hanoi de darle la lata al tío de la agencia del Sunshine3 para que nos buscase uno con las tres B.

Tiendas al comienzo del sendero.

Por si sirve de referencia, el hotel, de 2 estrellas, se llama Fansipan View, y está situado en un callejón justo por encima de la plaza central y de la iglesia del pueblo.


Lo que nos quedó de tarde, lo dedicamos a pasear por el centro de la acogedora ciudad, con alguna anécdota en forma de discusiones con las vendedoras de los puestitos de ropa y de baratijas, para a última hora regresar al hotel, donde compartimos una agradable cena y buena charla en compañía de Michael y Emily.


Dormimos como leones en una cómoda cama, y por la mañana temprano, totalmente reparados por el descanso, dejamos nuestras mochilas grandes preparadas en el hall del hotel, y esperamos a que un nuevo guía viniera a por nosotros para el otro trekking apalabrado para el día de hoy, la visita a la Villa de Cát Cát.


Del grupo de ayer, hoy solamente quedaban junto a nosotros nuestros ya amigos, la pareja australiana Michael y Emily. Los demás participantes que se sumarían hoy, serían unos "puretillas" de varias nacionalidades, como franceses, americanos e ingleses, con un estado de forma no muy bueno, y es que el camino de hoy sería bastante más suave que el de los dos días anteriores.


Esta vez, nos tocaría de guía a una joven muchacha local, perteneciente a la etnia de las Homong negras, afincadas en la propia villa de Cát Cát.


El "pateo" de hoy, consistía en llegar a pié por la carretera hasta la cercana aldea de Cát Cát. Allí, hay acondicionado un camino de piedra, que desciende el valle varios kilómetros, hasta el fondo,donde hay una cascada de agua muy bonita. Una vez abajo, y cruzado el río por un puentito colgante, el camino comienza a ascender lenta y pesadamente hasta volver a la carretera, en un punto cercano al que se comenzó.


Es el recorrido más "turisteado" de todos aquí en las montañas del noroeste, precisamente por ser el más sencillo y cercano, pero no por eso deja de ser interesantísimo, y las espectaculares vistas, siguen estando ahí.


Mientras se va bajando lentamente el sendero de piedra, nos vamos tropezando, sobre todo al principio, con numerosos aldeanos que han cambiado su manera de vida enfocándola al turista, trabajando a ambos lados del camino, en las casas de madera, acondicionadas como tienditas de souvenirs.


Al poco de dejar atrás estos ventorrillos, se despeja la vista al valle, y nuevamente, como en los días pasados, nos encontramos con las "relativamente bellas" imágenes de los arrozales, con multitud de personas y animales dedicados al cultivo del arroz.


También, a lo largo de la bajada, vimos un gran número de niños pequeñitos, algunos de hasta menos de dos añitos, que forman grupitos  para protegerse y cuidarse los unos a los otros y no quedarse solos, exactamente igual a lo que vimos en el sur de China, mientras sus padres han salido a ganarse la vida, sea trabajando el campo o persiguiendo turistas.


Es como siempre aquí, la imagen más dura de soportar, aunque la verdad es que muchas veces no puedes evitar contener la sonrisa al observar como tan pequeñitos, se las apañan con sus gracietas y cosas de niños chicos, para sobrevivir.


En el fondo del valle, al llegar a la cascada de agua, la "parada estrella" de esta caminata, donde descansamos un rato antes de emprender la parte más dura que, claro, sería la subida, nos encontramos con nuestro joven guía de los días anteriores, que hoy ya estaba ejerciendo su profesión con otro grupo de turistas. Raudo, vino bromeando para  fotografiarse con nosotros. Repetimos, muy buena gente.


No mucho más hay que contar de esta caminata, salvo que el regreso es algo más durillo por ser en subida, pero que como todo el camino está muy bien acondicionado, si hay paciencia, se hace ameno y sin ningún problema.

Para finalizar los trekkings de esos días, subida "rompepiernas".




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