sábado, 19 de mayo de 2012

Rumbo a Bahía de Halong. (1ª parte)

Panorámica de una cala de Halong Bay tomada desde lo alto de una formación kárstica.

A la vuelta de nuestra excursión a Tam Coc, en la ciudad de Hanoi, después de las horas de charla con nuestros compatriotas expatriados Simón y Nuria, nos despedimos de ellos y salimos corriendo hacia nuestro hotel en busca de la conexión a Internet.

La razón, es que llevábamos desde ayer en contacto con mi cuñada Olga, que es exactamente igual de eficiente que su hermana Marijose a la hora de resolver cualquier asunto, por las imágenes tan tremebundas que nos llegaban de Tailandia, que se suponía que iba a ser nuestra última parada en este viaje.

Imagen tomada de Internet: el aeropuerto de Bangkok,
los días siguientes a nuestro regreso.

Hoy día, agradecemos la super-efectividad de Olga, la información meteorológica que nos brindó aquel muchacho, Fabio, que conocimos en nuestro regreso de Sapa y a un correo electrónico que nos respondieron desde la Embajada española en Tailandia, informándonos del estado de emergencia en ese país.

Con esta información que teníamos, decidimos que lo mejor es que adelantáramos nuestro regreso a España (que no finalizar el viaje) lo antes posible, para evitarnos problemas a nuestro regreso.

Las imágenes que pululan por Internet sobre el aeropuerto de Bangkok unos días después de nuestra partida, nos hacen respirar profundo por la satisfacción de haber acertado de lleno, y hacen que se nos olvide rápidamente el inicial fastidio de tener que interrumpir un viaje tan maravilloso como el que estábamos viviendo.




Decidido todo ya, sabiendo los días de los que disponíamos a partir de ahora, arreglamos la última visita que nos quedaba en Vietnam. Habíamos dejado para el final, la parada que se supone es "la estrella", del norte de Vietnam, la famosísima Bahía de Halong.



Ya no nos sobraban días para esta excursión, así que, cenando en nuestro restaurante favorito de Hanoi, tomándonos unos "I love you", (nuestra bebida de cocktail allí), decidimos hacer el crucero que navega por dos días entre las formaciones kársticas de la bahía, haciendo una noche en el barco, teniendo que declinar la que queríamos en un principio, que hacía una noche extra en la isla de Cat Ba.
A cambio, la diferencia de precio, la invertiríamos en un barco, un junco chino, de mayor categoría para mayor disfrute de la experiencia.

El Cristina Suite Cruise, sería nuestro junco en Bahía de Halong.

Así pues, por la mañana del día siguiente, todo ya pactado, temprano un mini-bus, nos vino a recoger en las cercanías de nuestro hotel situado en el Barrio Antiguo de Hanoi, para darnos la consiguiente paliza de carreteras infames de casi tres horas hasta alcanzar la ciudad de Halong, con alguna parada, como de costumbre, en alguna tienda de souvenirs para los extranjeros, en medio de la nada.


La ciudad de Halong, al igual que nuestra llegada, fue totalmente caótica. De las pocas cosas con claridad que recordamos, fue que justo a la entrada del embarcadero, donde se aglutinan las ordas de turistas esperando ser distribuidos a sus barcos, nos tropezamos de casualidad con Michael y Emily que venían acompañados de la otra pareja de australianos más mayores, nuestros "australian-tiger".
Ellos acababan de regresar de su crucero por la bahía y por lo que nos contaban les había gustado mucho, cosa que nos animó bastante, pues cuando uno llega a un sitio tan famoso como éste, lo que se imagina es que lo pueden haber estropeado ya por tanto "turisteo", que dicho sea de paso, es la primera impresión que se recibe aquí.


Bajo el terrible sol que azotaba ese día, esperamos por casi una hora en la entrada del embarcadero, hasta que un joven "chapurriando inglés" se acercó a nuestro grupo y nos explicó que él iba a ser el guía en nuestro barco durante el crucero, así pues, lo seguimos unos minutos por el sucio embarcadero hasta un bote de madera motorizado, donde nos trasladaron por las fétidas aguas del muelle, a través de un sinfín de juncos de madera, unos con peor aspecto que otros.

Por fin, divisamos el nuestro, el Cristina Suite Cruise, un junco chino de calidad superior, por el que habíamos pagado algo más de dinero que por el que inicialmente nos habían ofrecido de la misma compañía de calidad estándar, el Cristina Cruise de Luxe. Cuando lo vimos y lo comparamos con el que escogimos, creemos sin duda alguna, que hicimos bien en gastar un poquito más.

Cristina Cruise, junco "calidad estándar" que nos había ofrecido la misma compañía que el Cristina Suite Cruise. Algo más pequeño y para más pasajeros, pero con buena pinta.
Consejo: recordar bien ésto, nuestra experiencia nos dice que cuando se consigue cualquier cosa a un precio inferior, por lo menos en Vietnam, se recibe justo lo que pagas. Los "chollos" siempre son de peor calidad.

Aseguramos además, que no solo nuestro barco era de gran calidad, también era mejor en el sentido de que estábamos como en familia abordo. Recordamos a una pareja gay formada por un inglés y un hongkonés, a un matrimonio singapur-chino con tres hijos, a un vietnamita que aseguraba que era americano, de Seattle,con su futura esposa vietnamita (que no hablaba otro idioma que el vietnamita).


Mientras nos poníamos cómodos, poco a poco nuestro junco de madera, puso rumbo a los islotes de piedra caliza que se adivinaban en el horizonte detrás de un sol cegador.


Poco a poco también, dejamos atrás la inmundicia flotante del agua cercana al puerto, y pasamos a unas aguas cristalinas de un inmaculado color azul celeste, pero aún con la fea visión de enormes, bulliciosos y humeantes barcos mercantes, petroleros y demás, que hacen un fuerte contrapunto a la imagen mental que uno se ha hecho en su cabeza de uno de los paisajes más espectaculares del mundo.


Lentamente, también fuimos dejamos atrás esa visión del mundo real, y desde que entramos entre las gigantescas rocas calizas llenas de vegetación que teñían el agua de color verde oscuro, desaparecieron todas nuestras dudas.


Realmente habíamos encontrado lo que buscábamos.
Ese sobrecogedor paisaje kárstico, famoso en el mundo entero por las películas de James Bond 007, y patrimonio mundial por la Unesco desde 1994.


Grupos de pequeños pececitos, tipo sardinillas, saltaban a los lados de nuestro barco, como diminutas caricaturas que sustituyesen aquí a los delfines que persiguen a los barcos en las aguas de nuestras amadas islas Canarias y que seguramente, animarían a la infantil y exagerada imaginación de los vietnamitas y asiáticos en general, que podrían alegar que estarían huyendo del "Dragón de Tarasque", quién según ellos, fue el causante de la forma de este extraordinario paisaje.

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